El día comenzó soleado y después de solo dormir pocas horas debido a una junta con el equipo de @yosoypueblacom donde se trabajo arduamente, salimos llenos de actitud desde la ciudad de Puebla con dirección a Cuetzalan, un pueblo mágico ubicado en la sierra norte de nuestro estado. Tomamos la autopista México-Orizaba y nos desviamos en la salida de Amozoc para agarrar la autopista Puebla-Perote, es en ese punto donde surge el primer asalto a la tranquilidad, un grupo de motociclistas se creyeron dueños de los reducidos carriles del camino y egoístamente interrumpieron nuestro ritmo, generando un pequeño incidente que no pasó a mayores debido a que una caseta de pago se cruzó en el pleito, después de eso seguimos y desviamos en la que te lleva a Teziutlan, Zaragoza, Zacapoaxtla y luego Cuetzalan.
Transcurrieron 2 horas y media de camino por autopista y carreteras, una zona de curvas, un rato esperando pasar un tramo de carretera debido al mantenimiento que se le daba y ya estábamos en la sierra norte del estado, observando los majestuosos paisajes que nos brinda la naturaleza, tan verdes y tan vivos, afortunadamente nos habíamos abastecido de los alimentos necesarios para un viaje de ese tipo; botanas y refrescos.
Llegábamos al final de las curvas y ya se asomaban las iglesias de Cuetzalan, la emoción se sentía en el aire y por fin el gran letrero de bienvenida, nos adentramos más y más y no lo pensamos demasiado, decidimos que lo primero que teníamos que visitar eran las cascadas, así que nos dirigimos a las Brisas. Una cascada muy conocida, el camino es de cemento, un solo carril por lo que los conductores deben maniobrar para permitirse el paso mutuamente si van en sentidos opuestos, llegas a la zona de estacionamientos, hay bastantes niños dispuestos a guiarte a la cascada si estás dispuesto a cooperar económicamente de manera voluntaria. Llegamos y nos bajamos inmediatamente, yo estaba listo para vivir la aventura, conocer algo nuevo. En mi caso conocía Cuetzalan de ocasiones anteriores, pero soy de esas personas que piensan que nunca vives lo mismo y todo lugar siempre es diferente, así que estaba abierto a nuevas opciones y al parecer el resto del grupo también.
Recorrimos el camino hecho para que los turistas puedan llegar sin tanto demoro a la cascada de Las Brisas, una vez ahí tomamos fotos y mientras los demás seguían en ello, yo conocí a un guía local llamado Alex, comencé a platicar con el de la cascada, le conté que ya en ocasiones anteriores había descubierto la cascada que está arriba de Las Brisas y entonces me pregunto si conocía otra cascada que estaba más grande camino abajo del río, mi respuesta fueé que no, justo en ese momento regreso el resto del grupo y les pregunte si estaban dispuestos a conocer una cascada que sonaba interesante, la respuesta fue sí, por lo que emprendimos el camino de regreso al estacionamiento y fue en ese momento que la idea de atravesar la maleza, cruzar el rio caminando, meternos entre peñascos y vivir una aventura nos pareció la mejor opción y así lo hicimos.
«Alex nuestro Guía durante el viaje»
Después de unos cuantos resbalones en el lodo, saltar rocas resbalosas bajar pendientes sumamente inclinadas, llegamos a la parte de la cascada, escalamos un peñasco que da justo en frente de la misma y que según el cálculo del equipo cuenta con unos 6 a 8 metros de altura, observamos y dialogamos respecto a la maravillosa cascada que teníamos frente a nosotros, bajamos, atravesamos el rio, nos establecimos, nos quitamos la ropa y nadamos (no, no nadamos desnudos), subimos y nos aventamos clavados desde la punta del peñasco, disfrutamos parte de lo que Puebla tiene para ofrecer a todo aquel que se anime a conocerlo.
Eran ya las tres y media de la tarde y comenzamos el camino para salir, subiendo una pendiente sumamente inclinada a través de los cafetales, un camino algo agotador tomando en cuenta que nuestro único alimento del día habían sido una bolsa de botanas y un refresco, pero de la nada apareció un árbol con naranjas y después de practicar la puntería logramos hacernos de unas cuantas para el equipo, lo que nos dio energía para seguir subiendo, finalmente llego el punto donde despedimos al buen Alex, llegamos al estacionamiento y nos dirigimos al centro de Cuetzalan.
Nos estacionamos cerca del centro, caminamos en dirección al zócalo y nos encontramos una calle llena de comerciantes y gente comprando, era día de mercado. Caminamos y por fin llegamos a la zona de comida, aproveche para buscar redes wifi abiertas y encontré unas 2, después de pasar junto a una especie de cantina decidimos comer en un lugar escondido propiedad de Patricia. Inicialmente la idea era una comida corrida pero nos convenció rápidamente de probar los tlayoyos y los molotes versión pocket, un refresco para que resbalaran y estábamos como nuevos. Proseguimos la exploración de la zona y encontramos una tienda donde probamos los famosos vinos de sabores, entre ellos el yolixpa y después unos helados.
Antes de partir entramos a la iglesia principal de Cuetzalan, donde por cierto esta prohibido tomar fotos. Por fin llego la hora de partir y tomando la carretera de regreso hicimos una escala en Equimita, donde esperamos un tiempo para comprar pan, ya que tuvimos que ir a tocar a la casa del dueño de la panadería para que nos vendiera ese delicioso pan que lo hace famoso, esperando no incomodar por la hora, pues ya eran más de las 7pm, finalmente accedió gustoso a venderlo y después de una ligera platica retomamos el camino por la noche y sin mayor novedad regresamos para contar la historia.
se ve muy bonito este pueblo magico tengo que conocerlo saludos a todos
Hola amigo me puedes informar el costo por entrar a las cascadas y el costo para acampar por noche????? Me interesa visitar te dejo mi correo [email protected]
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