Las leyendas de Puebla están de vuelta por ello les compartimos las recopilaciones de estos relatos que plasman en su libro Leyendas de Puebla los Maestros Salvador Mómox Pérez y Roberto Vélez de la Torre.
El aparecido del Salto del Gato
La carretera Panamericana, como una vía de comunicación, une a la República mexicana de Noreste a Sureste.
Especificamente en la parte que va de la población de Izúcar de Matamoros para Acatlán de Osorio en el Estado de Puebla, la carretera cruza una pequeña porción del eje volcánico y al llegar a la parte más alta y sinuosa de este, se ubica un precipicio, en el que múltiples vehículos misteriosamente cayeron, muriendo sus ocupantes.
Sucedió allá por el siglo XX en la década de los treinta cuando los primeros autobuses de pasajeros empezaban a circular por ese territorio, que a los choferes se les aparecía un individuo vestido con impecable traje de charro, de color negro, con botonadura de plata y un botón de oro, el que se cubría la cabeza y extrañamente parte del rostro, con un sombrero bellamente decorado con hilos de oro.
Este individuo «les hacía la parada» y al abordar el autobús, de manera discreta se les acercaba a los conductores y les hacía la siguiente propuesta: Al llegar a la cumbre, abres la puerta, ¡te arrojas a un lado del camino! ¡Y dejas que el camión se vaya a la barranca! Y agregaba ¡Aquí tienes este dinero! ¡Es para tí! Mostrándoles enormes fajos de billetes de alta denominación.
Se cuenta que algunos operadores al ver tanto dinero, aceptaron el ofrecimiento, y realizaron lo que el charro les decía. Otros más, tomaron el dinero, pero no cumplieron, apareciendo días más tarde muertos con visibles huellas de tortura.
Con el paso del tiempo el pánico entre los choferes y pasajeros llegó a su punto más elevado, debido a que el misterioso personaje al percibir que ya no paraban los autobuses en este lugar, aparecía de manera inexplicable a un lado del operador, el que le hacía el mismo ofrecimiento.
Fue tanto el revuelo causado con estos acontecimientos, que el servicio de transporte público de pasajeros, prácticamente se suspendió por aquella época.
Las autoridades eclesiásticas y civiles acordaron colocar varias cruces y al momento de bendecir el lugar, se dice que apareció este ser diabólico, quien blandiendo un impresionante látigo, golpeó en repetidas ocasiones al sacerdote oficiante, el que al estar a punto de morir, tomó el instrumento de tortura entre sus manos, se acercó lo más que pudo al ser infernal y le arrojó agua bendita, transformándose el elegante charro, en un horrible ser, quien revolcándose entre las piedras, cayó al profundo abismo, entre desgarradores gritos de dolor y de insultos hacía el enviado de la iglesia.
Se debe tener mucho cuidado con quien le ofrece a uno un recurso económico u otro bien material, analizando a cambio de qué se otorga.
Que no les suceda que la conciencia no les deje tranquilos por el resto de sus vidas.
Fuente: Libro Leyendas y Mitos de Puebla
Autor:
Salvador Momox Pérez
Edición 2008
páginas 3, 4, 5.
muy buena (Y)
yes