Leyendas de Puebla: El coyote de la fábrica de la Constancia

La ex-fábrica textil de la Constancia mexicana es bien conocida por su historia y logros de antaño, considerada como la primera industria en América Latina, patrimonio cultural de la Humanidad y fundada en enero de 1835 por Esteban de Antuñano. Este edificio tiene mucho que contar y uno de esos relatos poco conocidos es precisamente la leyenda del Coyote que nos comparten en su libro «Leyendas de Puebla» el Mtro. Salvador Momox Pérez y el Mtro. Roberto Vélez de la Torre. No se diga más y échale un ojo a la leyenda que ronda a este edificio:

El coyote de la fábrica de la Constancia

Se cuenta que al principio del siglo XX cuando la industria textil se encontraba en pleno apogeo, la fábrica de «La Constancia» daba empleo a cientos de trabajadores, varios de los cuales vivían en los cuartos que los dueños les facilitaban.

Se comentaba sobre todo entre estos últimos, que un coyote por la noches pasaba de puerta en puerta y que parado de patas colocaba cada una de sus orejas en la superficie de ellas, tratando de escuchar lo que se decía dentro de estos recintos.

Ciriaco era un vigilante que todas las noches se la pasaba en las azoteas de la fábrica, por lo que no podía estar con su familia a esas horas, y le inquietaba que varios de los obreros de la misma fábrica, le había comentado de la actitud del supuesto coyote. Su preocupación mayor era que su mujer y sus hijos vivían del lado a donde él como velador no podía llegar, ya que eran azoteas diferentes divididas por un patio.

Por lo anterior pensó que lo mejor era matar al coyote, de manera que a la siguiente noche espió al animal, y comprobó que efectivamente parado en sus patas traseras, iba de puerta en puerta. Preparó su arma, apuntó cuidadosamente, jaló el gatillo y no se produjo ningún disparo.

Lo sucedido no desanimó a Ciriaco, mas bien le dió coraje, por lo que escuchó consejos de muchas personas. Unos le dijeron:
– ¡Ponle al cañón un grano de sal!
– ¡Piíntale una cruz a tu máuser!

Otros le preguntaron:
– ¿Ya utilizaste balas de plata? ¿Rezas una oración antes de disparar?

Ciriaco francamente no sabía que decisión tomar, finalmente pensó que la bala de plata y el grano de sal eran la mejor opción. Esperó la noche y cuando el supuesto coyote apareció, le disparó pegando la bala en la parte de las costillas, estallando el animal en una combinación de aullidos y gritos humanos.

Los vecinos salieron de inmediato y vieron al animal como se retorcía y profería maldiciones.

Después de lo ocurrido, tomaron el acuerdo de colocar el cadáver del animal, en la parte alta de un montón  de tierra, para que todos lo pudieran ver. Con mucha dificultad lo arrastraron: era un animal grande y gordo, con el pelaje oscuro.

Al medio día siguiente, se presentó una comisión de autoridades armadas, que buscaban al velador de la fábrica, acúsandolo del asesinato de un hombre robusto de tez morena, originario de una población cercana, que antes de morir, había confesado que le había dado un balazo el velador de la fábrica.

Despertaron al velador y este relató lo que había ocurrido, condujo a las autoridades hasta el lugar a donde había quedado el cuerpo del coyote, y encontró únicamente una zalea con un impacto de bala en el costado.

Lo que parecía el cuerpo tan pesado del día anterior, ya no era más que una piel.

Lo anterior fue confirmado por toda la gente que había sido testigo. Las mencionadas autoridades, al comprobar que no había delito que perseguir sino un hecho extraño que no era fácil de entender, optaron por retirarse.

Durante largo tiempo se comentó este acontecimiento, y varias personas creían que el coyote infernal seguía con su recorrido, y causaba el espanto entre obreros y familiares de este importante centro de trabajo. Estas versiones no se comprobaron.

Fuente: Libro Leyendas de Puebla
Autores:
Salvador Momox Pérez
Roberto Vélez de la Torre
Edición 2004
páginas 91, 92, 93.

Anexo: Ubicación de la ex-Fábrica en Google Maps

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