Por: Sergio Flores Lopez
La leyenda que a continuacion leeran son de esos lazos de hermandad donde no importa la distancia y el tiempo que se atraviese en el camino, la amistad y la lealtad mantendran intactos.
Este relato proviene de la comunidad de San Andrés Calpan, Puebla – Mexico. Se cuenta que habia en el pueblo dos grandes amigos, Oscar y José, que desde la infancia, mas que amigos, eran como hermanos. Cuando llegaba el festejo de dia de muertos en especial, a los amigos les gustaba andar juntos, hacer travesuras, acompañados de un burrito y una zaca ( cuello y panza de cabra con el que sacan agua de la minas ), para hacer la funcion de caberos, estos caberos son los que van de casa en casa para juntar cabos de vela o residuos que utilizan los campaneros para encender las animas solas o animas benditas que no tienen quien se acuerde de ellas, para alumbrarse en el ultimo camino al mas alla.
Sabemos que en comunidades de las diferentes regiones y la capital poblana es acostumbrado regalar pan y cafe tanto a invitados, la familia en estas procesiones tradicionales,esto incluye a los campaneros, para que puedan velar y vigilar dando el toque de difuntos. Así era la hermosa convivencia de estos amigos fraternales, pero al llegar noche cambiaria el destino esa relacion juvenil…la ultima noche de todos santos, con gran tristeza, José se despide con júbilo de su amigo Oscar, comunicándoles que tenia que irse trabajar muy lejos, por un periodo de un año o quizá un tiempo mas…al verse a la cara uno al otro presentian que igual y no se volverian a ver…aun así… sacando desde lo mas hondo de su corazon alegría, ambos prometieron que el proximo año se verían el primer día de muertos, frente al convento, en la puerta principal, para volver a recorrera las calles de su amado pueblo, así pues, mirandose por ultima vez y con un nudo en la garganta, se dieron el último abrazo de grandes camaradas, con esas palmadas reconfortantes y un abrazo consolador que sacuden el vigor de los amigos verdaderos.
Pasó el tan prolongado año, de nuevo se respiraba las festividades de los santos difuntos y en especial el de el 2 de noviembre «el dia de todos los fieles difuntos», como es constumbre anual, las mujeres ataviadas con collares de maiz de tres colores, con arreglos florales en la cabeza, cantando la llegada de los que se nos adelantaron, llevan los manojos de flor de Cempasúchil entre los brazos, haciendo la procesion de el camino a la tierra alumbrandolo como el sol para que no se pierdan. Los hombres, acarreando con las carretillas las arrobas de harinas, la leña, la levadura, la canelas, el huevo, el azucar para hacer el pan de muerto; mientras de las casas escapa el humo negro de los hornos y el aroma de las hojaldras y los tlacatonales para la desgustacion mutua entre los terrenal y lo transitorio.
Y llegó el dia prometido. Los amigos tenían que reunirse en el dia, lugar y la hora acordada. Oscar contentisimo llegó en punto de reunión y su espera fue larga, desesperante, pensó que José, casi su hermano de sangre faltaría a la promesa de cita. Cuando de repente llegó al pueblo el último camión y vio descender al único de los pasajeros que acercándose poco a poco por el zócalo de pueblo llegaba a la puerta del convento; se oían solamente las tristes campanadas del toque de difunto. Una gran sonrisa se dibujo en su rostro, cuando vió a su amigo del alma, quien le dijo sonriendo… «Ya vez Oscar… te lo dije, que ni muerto podia faltar a nuestra promesa».
Como siempre se dieron el cordial saludo, las sinceras palmadas en la espalda y las preguntas de rigor: que cómo está fulanito y zutanito, que si perenganita o merenganita, etc ,etc ,etc … entre tanto chisme en el casi casi decian hasta la fundación del pueblo… casi dieron las doce de la noche, entre carcajadas y la amena plática. El recien llegado a las festividades del pueblo le dijo: «…Oscar que agrado y que a gusto estuvimos, tanto que se nos fué el tiempo platicando, ya nadie nos va a querer abrir la puerta para dar el cabo…» y le contestó su amigo José: «..que te parece si vamos a mi casa, ya sabes que en mi casa ponen una gran ofrenda y mi mamá hasta mole hace, que dices…» pensativo por la hora que era Oscar dijo: ¡¡¡vamos!!!, contestaba Jose: «… y les voy a decir que ya llego su muertito de hambre…» , así echando relajo como era su constumbre, se dirigieron a la casa del anfitrion.
Entraron a la casa; y curiosamente no habia nadie, dice Oscar: «…que raro y tu papas ¿Dónde estarán?…», José «…a lo mejor fueron con alguno de los vecinos como es constumbre…¡ya llegarán!…» . Fueron a la habitacion donde estaba la ofrenda alumbrada por las ceras. El muchachito invitó al recien llegado a probar los alimentos; extrañado Oscar creyendo que era otra de sus broma, dijo… ¡¡¡no cambias hee, está bueno!!!… y le siguió el juego y dieron manga anchas a degustar todo lo que tenia ese manjar peculiar, entre carcajadas.
Por cierto: Cabe aclarar que por costumbre prehispanica hasta nuestro dias la ofrenda no se debe tocar hasta que acabe el dia de muertos, según a la tradicion para no robarles las esencia de sabor y olor que es para los festejados del mas allá. Por si se lo preguntaban….
Así pues…los grandes amigos cometieron su fechoría y para seguir el juego, buscaron costales, cobijas, continuaron contando sus historias y escogieron el mejor rincón de la casa para al final pasar la noche. Jose en ese momento se quedó pensativo,y despues de un rato de silencio, le confesó a Oscar: «… llegado que muy de madrugada tenia que salir a arreglar un asunto muy importante…» extrañado Oscar, solo asintió la cabeza y le dijo… ¡¡¡ ten cuidado y regresa con bien!!!… pero atónito le contesta de inmediato…. ¡¡¡oye, espera!!! pero si me ve tu familia aquí, qué les voy a decir, van a creer que yo solito hice este relajo!!!… José le contesta: !!! No te preocupes, les dices a mis papas que yo te invité, te dejo este pañuelo que me regalo mi mamá, para que así no te regañen y sepan que estuve contigo!!! … dándose la mano como era su costumbre, lo acordaron y se quedaron dormidos.
Al dia siguiente, la luz de la mañana, se coló por la puerta; cuando los dueños de la casa, entraron en el cuarto de la ofrenda para recoger los que se habia puesto para desayunar, cual fue su sorpresa, vieron tremendo despojo del que habia sido la ofrenda, pero mayor fue su admiración cuando vieron al amigo de su hijo durmiendo en el rincon de la habitacion y con tremendo jubilo le exclamaron: ¡¡¡ Que milagro Oscar, tanto gusto de verte, pero… mmm… que paso aquí !!!… el timido y nervioso como cualquier niño que lo agarran con las manos en la masa, dijo: ¡¡¡ Nada, José me invitó, yo no quería, pero me dijo que hiciera de cuenta que era para él, que siempre había tenido las ganas de comerse la ofrenda, pero que ustedes nunca le habían dejado hacerlo, hasta me dejó su pañuelo para que les dijera que estuvo conmigo…
Los padres atónitos y extrañados, se vieron uno al otro, y le dijeron: ¡¡¡ No, Oscar… estas seguro… no puede ser posible… José tiene un mes de haber fallecido!!!… el rostro de Oscar cambio su semblante de inmediato como si le hubiesen echado un valde de agua fría… con sentimientos encontrados y tartamudeando asimiló la idea… y sonriendo se llevo a la cabeza y sollozando, dijo:
¡¡¡ Valgame Dios!!! No falto a la cita, si cumplió su promesa !!! ….
Bibliografia
Leyendas Poblanas
Ed. Altaya
Fotografia: Flickr con Atribución Creative Commons